La fuente de las Galeras: historia viva del abastecimiento de agua en El Puerto

El Puerto de Santa María, como ciudad costera, tenía históricamente escasez de agua y únicamente se abastecía a través de pozos. Por esta razón, en el siglo XVII se decidió hacer una primera canalización de aguas desde los manantiales de la Piedad, situados a 5 Km, en plena Sierra de San Cristóbal. La principal fuente, "la fuente vieja", estaba en el denominado Olivar de la Victoria, lo que obligaba a los ciudadanos a recorrer un gran camino para abastecerse de agua. Al cabo de los años, la falta de mantenimiento hizo que se cegaran o deterioraran las canalizaciones y este primer intento de llevar el agua hasta la Ciudad quedó obsoleto.

Por esta razón, en el siglo XVIII el Duque de Medinaceli y el Capitán General de las Costas del Mar Océano, Don Tomás de Idiáquez, toman cartas en el asunto, principalmente con objeto de abastecer a las tropas y ciudadanos, pero, sobre todo, para proveer de agua potable a las galeras reales, que invernaban en la Ciudad. Este es el origen de la denominada “Obra de la fuente”, un gran acueducto subterráneo que procedía desde los manantiales de Sidueña (Sierra de San Cristóbal). Los trabajos fueron sufragados a través de préstamos, donaciones de particulares y por los propios portuenses, con impuestos sobre la carne y el vino. Una vez concluida, se ubicaron  fuentes en distintos puntos de la población y, además, los ciudadanos más pudientes, monasterios y conventos pudieron disponer de agua corriente en sus propiedades, previo pago, convirtiéndose la Ciudad en una de las primeras de Europa en disponer de este privilegiado servicio. Además, este proyecto reportó grandes beneficios económicos a la Ciudad dado que se vendían diariamente barriles de agua a Cádiz capital, que se transportaban en barcos a través del río Guadalete.

La fuente de las Galeras Reales se inauguró en 1735 y fue el colofón de este colosal proyecto.

La Fuente de las Galeras ha vivido numerosas etapas: de la primitiva, como punto principal de abastecimiento de agua a la población, a la ornamental, como es en la actualidad. Y aunque a lo largo de los siglos se han llevado a cabo mantenimientos, con mayor o mejor fortuna, lo cierto es que este monumento merecía que se le devolviera todo su esplendor.

APEMSA propuso su restauración al Ayuntamiento, que se llevó a cabo en dos fases: una primera, en 2019, de limpieza con un producto fungicida y herbicida especial para eliminar vegetación, microorganismos y la suciedad acumulada con el paso de los siglos; y una segunda, ya en 2020, con el objetivo de devolver la fuente a su estado original, en piedra.

Los trabajos de la segunda fase consistieron fundamentalmente en la retirada del mortero y la pintura de color blanco para descubrir la piedra original. También se repusieron uno de los pináculos superiores del escudo y una pequeña cruz sobre la corona.  Además, se retiraron los azulejos de color azul y blanco de las dos cúpulas superiores y se revistió con ladrillo tosco, como originariamente. Otra mejora fue la retirada de las puertas de hierro laterales, colocando una ventana en el lateral derecho y una puerta de madera de iroko, en el izquierdo.

Podemos decir que se ha recuperado este importante monumento del patrimonio histórico de El Puerto de Santa María, uno de los emblemas de la ciudad.