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Redacción
Jueves, 31 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:
EDITORIAL

El maldito parné fractura la hermandad de la oposición en El Puerto

A veces no son las ideas las que dividen, sino el dinero. En el último día hábil antes de la vacatio legis de agosto, el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María vivió un pleno extraordinario que no pasará a la historia por su contenido legislativo, sino por la fotografía del naufragio moral de una oposición que hasta ahora se presentaba como bloque sólido frente al gobierno local.

 

El punto tercero del orden del día —una propuesta para otorgar dedicación exclusiva al portavoz del principal grupo de la oposición, el socialista Ángel M. González— encendió la mecha de una combustión interna que ha dejado al desnudo las costuras, no del PSOE, sino del resto del mosaico opositor: IU, Unión Portuense, Vox y la edil no adscrita. Hasta ayer, aliados coyunturales. Desde hoy, adversarios en una plaza que, sin embargo, no es suya.

 

La concesión de una retribución de 43.000 euros al portavoz socialista ha sido el motivo formal. El fondo, como casi siempre, se llama poder, visibilidad, control del relato. Y el dinero, ese “maldito parné", ha actuado como desinfectante y ha dejado limpio de hipocresía un tablero donde muchos jugaban a la unidad mientras barruntaban su próxima jugada individual.

 

El portavoz de Unión Portuense, Javier Botella, se destacó en el debate con la vehemencia de quien ha perdido una batalla simbólica. Acusó a su hasta ahora compañero de trincheras de pactar con el PP "una decisión de Gran Ciudad" y de claudicar por un plato de lentejas institucionales. Lo hizo, eso sí, desde esa atalaya moral que le gusta ocupar, como si la superioridad ética fuera una patente de corso para descalificar sin medida.

 

Pero a Botella, que gusta de proclamarse ajeno a los intereses crematísticos de la política, se le empieza a ver el plumero, pues cada vez parece más dispuesto a cambiar de chaqueta si el corte de la nueva le favorece. Basta con esperar al nuevo sastre que le tome las medidas.

 

Y mientras tanto, el resto de la oposición observa en silencio o desde la trinchera digital cómo se desmorona el espejismo de unidad.

 

El otoño, cuando regrese el reloj institucional, traerá nuevos desafíos. Pero la desconfianza ya está sembrada. El dinero ha roto lo que las siglas unían. Y a algunos se les ha caído la careta en pleno agosto ( o un día antes).

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