Alfonso Bello proclama el Pregón de las Glorias en el Castillo de San Marcos

El cofrade Alfonso Bello Rosa fue el encargado de pronunciar el Pregón de las Glorias en un emotivo acto que marcó el inicio del tiempo de las devociones marianas más alegres. La ceremonia, que contó con la colaboración de la Concejalía de Fiestas, que dirige David Calleja, comenzó con la interpretación de los Gozos a la Patrona, creando un ambiente cargado de espiritualidad.

El escenario contó, entre otros elementos, con una imagen de la Virgen de los Milagros, evocando los tiempos medievales en los que se le rendía culto en el Castillo de San Marcos. Esta recreación histórica atrajo a un numeroso público, que respondió con calidez y devoción.

El teniente de alcalde de Fiestas, David Calleja, quiso estar presente para expresar su reconocimiento al Consejo Local de Hermandades y Cofradías, presidido por Juan José Caballero, por la organización del acto. También dedicó unas palabras de elogio al pregonero, a quien definió como “un hermano soleano de siempre, que ama con pasión nuestra Semana Santa”. Al acto también asistió el teniente de alcalde de Gran Ciudad, Javier Bello.

Durante su intervención, Bello Rosa trazó un simbólico puente entre la Semana de Pasión y el tiempo de Gloria, colocando a la Virgen de los Milagros como eje vertebrador de esta nueva etapa litúrgica. También tuvo palabras para la Virgen del Perpetuo Rosario, recientemente proclamada titular gloriosa de la Hermandad de la Flagelación, así como para otras importantes advocaciones como el Sagrado Corazón de María, el Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen del Rocío, la Virgen del Carmen, la Virgen de la Alegría y la solemnidad del Corpus Christi.

En un momento especialmente emotivo, el pregonero recordó el Año Jubilar de la Esperanza y cerró su intervención con una hermosa alegoría en la que comparó los dos puentes de El Puerto: el que conduce a Valdelagrana y el que lleva al tiempo de Gloria.

Bello Rosa finalizó su intervención agradeciendo la participación musical de Fernando Franco y Dolores Marín, que contribuyeron a dotar de sensibilidad y profundidad el acto.