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Redacción
Domingo, 29 de Septiembre de 2024 Tiempo de lectura:
EDITORIAL

El problema de una ciudad turística para atender todas las demandas vecinales

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No hay ciudad conocida ni por conocer en la que sus ciudadanos no aprecien lo suficiente o critiquen abiertamente a su Ayuntamiento por temas como la seguridad, limpieza, mantenimiento urbano y otros servicios esenciales. El Puerto no es una excepción.

 

Lo que para muchos parece cotidiano -calles limpias, parques cuidados, servicios de autobuses urbanos funcionando eficientemente, etc. - requiere una planificación meticulosa y una asignación de recursos inteligente que en no pocas ocasiones resulta insuficiente para unos, inadecuada para otros o inviable para muchos.

 

Nuestra Ciudad de los Cien Palacios, destino turístico de referencia, se enfrenta cada año al reto de pasar de una población estable a una cifra que se triplica en los meses de mayor afluencia. Esta transformación exige una reorganización total de los servicios municipales, desde la recolección de residuos hasta el refuerzo de la seguridad en calles y playas. Pese a que el presupuesto es limitado, y no puede aumentar en la misma proporción que la población estacional, nuestro Ayuntamiento ha demostrado ser capaz de hacer frente a este reto con fórmulas más basadas en el esfuerzo que en los presupuestos que no llegan a todas las demandas que la ciudadanía exterioriza cuando hay picos de población.

 

Cuando miles de visitantes se suman a la vida cotidiana, el primer reto es la seguridad, pero los efectivos son los mismos que un mes antes que la llegada de los visitantes, y aunque el Consistorio sea consciente de esta prioridad y despliega dispositivos especiales durante los meses turísticos, reforzando la presencia policial en las zonas más concurridas y trabajando de la mano con los cuerpos de seguridad del Estado, con controles policiales en distintos puntos, puede no parecer lo bastante.

 

Lo mismo sucede con la limpieza, en verano se despliega una brigada en los pinares aledaños de Puerto Sherry, cuando esos mismos efectivos podrían estar limpiando otras zonas de la ciudad si el público joven aficionado al combinado barato no dejase toneladas de vidrios, plásticos y otras inmundicias desperdigadas por las Dunas. Pero la culpa, en opinión de los opositores (muchas veces transmutados en hooligans), es del equipo de Gobierno.

 

Más quisiera Beardo y sus concejales que la juventud portuense y foránea cambiase el ron con limón por el pádel, el wiski cola por fútbol o el resto de los licores por ajedrez, golf, vela, o lectura de Pérez Galdós o Pérez Reverte, por ejemplo.

 

Cualquiera que haya paseado por nuestras calles en temporada alta sabe que mantener una ciudad limpia y ordenada con una población multiplicada es un desafío titánico. Sin embargo, el Ayuntamiento ha implementado un plan de acción que incluye refuerzos en la recogida de residuos, limpieza viaria y mantenimiento de infraestructuras.

 

Además, el mantenimiento urbano —desde la reparación de calles hasta la conservación de parques— sigue siendo una prioridad durante todo el año. A pesar de los recortes que muchas ciudades han tenido que aplicar en este tipo de servicios, nuestro Ayuntamiento sigue invirtiendo en mejorar el aspecto y la funcionalidad de la ciudad, con obras de mejora en aceras, mobiliario urbano y señalización. Esto no solo beneficia a los residentes permanentes, sino que mejora la experiencia de los visitantes y fomenta el turismo de calidad.

 

Es cierto que, como en cualquier ciudad, siempre se puede hacer más. Pero también es esencial que los ciudadanos reconozcamos el trabajo continuo y muchas veces invisible que realiza nuestro Ayuntamiento. Con un presupuesto limitado, la gestión de una ciudad que multiplica su población es como un complejo rompecabezas en el que cada pieza debe encajar a la perfección. No es fácil, pero nuestro consistorio lo está logrando.

 

Frente a estas dificultades, no basta con mirar a lo que falta por hacer y habría que reconocer y valorar los esfuerzos constantes que se realizan para mantener la ciudad en funcionamiento, sin sacrificar la calidad de los servicios.

 

Solo un ejemplo es suficiente para aclarar la batalla continua entre demandas ilimitadas y presupuesto limitado: si la ciudad es una cama y el presupuesto es su sábana, si se agranda la cama, por un lado, la sábana deja al descubierto otros lados de la misma. Pues eso, no es solo criticar sino empatizar y poner de nuestra parte.

 

Puede que con soluciones como una tasa turística o mayor contribución estatal para ciudades como El Puerto se alivien las quejas de los vecinos y las preocupaciones municipales. O con la combinación de ambas, ¿quién sabe?

 

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